Siempre es para Nada – Shaneida Abuassi

Mi proyecto es una cicatriz que no termina de curar, es de esas que rascan y fastidian, es producto de un dolor que tiene patas y desfila en mi interior con aguja de tacón, ese que viene de adentro, que por más que me rebusque entre las tripas no da la cara, se alimenta de promesas y reposa en mi vientre.
Este no pasa hambre, pues siempre tiene de donde escoger el corte más jugoso, tiene un apetito voraz y a veces no sabe cuándo parar, pero la mejor manera de llegar a un corazón es llenando un estómago.
Este proyecto es el rastro del revolotear de una mariposa, esa que reside en la panza, y que con tan solo una caricia se despierta para abrir sus afiladas alas, intenta hacer cosquillas cuidadosas, pero al emprender su vuelo entiende que no tiene escape, se estrella con las paredes y con sus alas de hoja de afeitar se abre paso.
Este proyecto es un vestigio que ha quedado perpetuo en un cuerpo, que fue más suyo que mío, y que aunque se haya quebrado huesos, no había conocido el dolor antes de usted. Es un dolor que ha quedado grabado en un lugar que he construido para los dos, y este tiene su nombre.

Técnica: grabado sobre lo que se deje
(madera, vidrio, plástico, cuero, tela, cerámica)

Dimensiones del espacio: 5m x 4.5 m

 

Textos de los jurados de Tesis

Humberto Junca

En Siempre es para nada, Shaneida emplea como motor de su búsqueda plástica un relato que escribe a partir de un duelo amoroso, un relato con su cuerpo “abierto y servido”, por tanto, las frases de dolor abundan.

Por esto mismo, en la exposición de su tesis, arma un ambiente que quiere semejarse a un espacio doméstico, a una sala comedor, habitada por un sin número de objetos intervenidos, grabados, “heridos” con texto e imagen. El resultado es sorprendente, y a la vez, algo confuso.

Por un lado, está claro el valor de tantos experimentos dentro de lo que podríamos llamar una gráfica expandida: grabado (herida) sobre vidrio (sobre espejos, sobre la pantalla de un televisor, sobre la superficie de un reloj de pared), sobre metal (un cuchillo de carnicería), en cerámica (un plato pintado y varios insectos extraños modelados y horneados), sobre cuero (un sillón “tatuado”), sobre tapete (con un esténcil “esprayado”), una grabación en audio (obviamente, una grabación es un grabado) que se escucha a través de un teléfono de pulso… y, por supuesto, grabados o impresiones sobre papel (una cenefa con cuatro motivos impresos mecánicamente en contacto transparente, y cuatro impresiones en xilografía, gigantes).

Esta instalación está llena de aciertos, desaciertos y ambigüedades. Las preguntas surgen: ¿Qué tienen que ver los insectos moldeados a mano con las xilografías?

¿Por qué hay obras seriales, imágenes que se repiten una y otra vez, al lado de “monotipos”? ¿Hay una jerarquía entre dichas imágenes?

¿Por qué habitan las impresiones en xilografía, junto a su matriz?

¿Por qué sólo una parte del sofá está “tatuado”? ¿Por qué con esos tatuajes y no otros?

Algunos muebles, de fundamental importancia, parecen estar fuera de lugar. Por ejemplo, la mesa del comedor, hecha con la plancha en madera, empleada como matriz de las xilografías, y sin sillas que la acompañen, semeja más, por su altura y limpieza, una camilla quirúrgica con un cuerpo diseccionado, socavado. Aunque, también parece un altar sacrificial, mórbido, oscuro, debido a su color negro.

Así mismo, la relación entre las imágenes y los textos dentro de ese ambiente, parece darse, únicamente, de manera caprichosa, o gracias al cuerpo de escritura llevado a cabo por la estudiante: un compendio de pensamientos y poemas atravesados por la ruptura amorosa. ¿Pero y si no se ha leído dicho texto?

En la sustentación, le compartimos a la estudiante algunas de las dudas ya mencionadas, pero no obtuvimos respuestas claras, directas.

Shaneida quiso exhibir los resultados de sus múltiples y notables experimentos gráficos (me encanta la idea de tatuar muebles de cuero, el texto rayado en la pantalla del televisor es genial, y la imagen de la xilografía es tremenda, tanto por su tema, como por su gesto, su estilo “medieval” y su escala), dentro de un ambiente que no alcanza a cuajar, que no es ni lo uno, ni lo otro. Quizás hubiese sido mejor, dejar dicho salón como un cubo blanco, y disponer de forma más o menos neutra, expositiva, cada pieza. O quizás, la solución pudo darse al exhibir menos objetos y ambientar con más cuidado dicho paisaje doméstico, o al vincular de alguna otra manera sus elementos (por ejemplo, exhibiendo solo xilografías y espejos e introduciendo, por pura ubicación, unas dentro de los otros).

Creo que lo importante es que, entre poemas, espejos, televisores, relojes, lámparas, teléfonos, tapetes, mesas y sillones, se llevó a cabo la curación de una herida. No hay mejor forma de llenar un vacío afectivo que trabajando, que creando, produciendo objetos y experimentando con soportes y técnicas.

De igual manera, queda claro, que Shaneida tiene una determinación, una ambición, una creatividad y una intuición notables. Sin embargo, es fundamental que sea capaz de detenerse, reflexionar, descartar, seleccionar y profundizar en su búsqueda plástica. Digamos que, Shaneida tiene que afilar más ese cuchillo, y ser mucho más precisa y fina en sus cortes.

Vanessa Nieto

El trabajo de grado titulado “Siempre es para nada” de Shaneida Abuassi comprendió una instalación de gráfica expandida y un texto que aborda, de manera poética, los elementos vitales y emocionales que atraviesan su proceso de creación. A través de conceptos transversales como la huella y la cicatriz, situados desde un interés formal hacia el grabado, el tatuaje y la cerámica, despliega una serie de escritos en los cuales su ser ha sido afectado o marcado por sucesos afectivos. A modo catártico, el texto se pronuncia deseando elevar una voz propia e identificando la palabra como generadora de imágenes.

Estas reflexiones se materializaron y dispusieron en el espacio expositivo a través de una instalación que evoca una sala de casa e incorpora una serie de impresiones xilográficas en gran formato sobre papel, correspondientes a un autorretrato en el cual el cuerpo de la artista es representado como una disección anatómica, cercano a la escala real de su cuerpo. Shaneida asume varios retos de exploración con superficies de objetos domésticos que tienen una carga corpórea y de tiempo mediante el acto de “surcar”, grabar o herir dichos objetos; evocando así la presencia o ausencia de alguien. A partir de la configuración de una “sala”, cada objeto, comprendido como dispositivo para ver, herir o comer, presenta tensiones entre lo íntimo y lo público, el habitar, los afectos y lo abyecto.

Se resaltan las potencias gráficas, interactivas y performativas del trabajo de grado, que pueden ampliarse a partir de una mayor reflexión sobre el espacio expositivo, y cómo este puede trascender el carácter contemplativo y las reflexiones netamente técnicas de las intervenciones dadas en los objetos. Por otra parte, se recomienda desarrollar con mayor detenimiento y cuidado los elementos formales y técnicos del grabado en términos de impresión.

A nivel conceptual, se sugiere ampliar los recursos investigativos que pueden nutrir sus procesos de creación, como el estudio de referentes artísticos y abordar de manera más consciente los aspectos teóricos y conceptuales de la gráfica expandida. Por último, se recomienda que, a partir de los aprendizajes adelantados con esta propuesta de creación, las preguntas e investigaciones en torno a los conceptos anteriormente mencionados puedan trascender los discursos de catarsis individual y explorar de manera más amplia los afectos de la creación desde el otro y lo colectivo.

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