“Un lugar donde morir” nace de la manera como yo imagino la muerte desde pequeña: al final de mi vida, mi cuerpo caería sobre los tapetes de mi sala y, al cerrar los ojos, los hilos parecerían crecer verticalmente para absorberme e integrarme; como si me encontrara en medio de una jungla textil que devorará y llevará mi cuerpo a ese otro estado. Así, a raíz de esta imagen y de la relación que he desarrollado con la muerte en el paso de los años, surge en mí el deseo por construir un espacio seguro, íntimo y sagrado, en donde se pueda meditar, sentir y/o entrar en contacto con todas esas ideas y emociones relacionadas a la muerte propia; un espacio en donde se puede permitir la muerte en vida, así sea solamente por un corto momento.
La manera en que se busca lograr dicho espacio y procesos reflexivos, es a partir de tres tapices en gran formato, todos tejidos y tinturados por mí como parte de un ritual de sanación y petición, inspirado en la práctica popular de los baños mágicos herbales, donde cada uno puede entenderse como visión o estado del proceso de muerte (el negro: la limpieza, el verde: la esperanza, y el blanco: el descanso). Junto a estos tapices se encuentra un mural donde se exponen los fundamentos, referentes y experiencias del proyecto.