Un tejido de lana virgen se expande por la pared y termina envolviendo parte de mi cama. Entre la lana virgen y las variaciones en fique, se asoman garabatos hechos en papel de fibras de flores. Alrededor del tejido se observan una serie de autorretratos elaborados en pasteles secos sobre papel fique y, del cielo cuelgan una recopilación de sueños que he tenido en los últimos siete años, estos también están elaborados en papel de flores. Aunque las cuatro piezas pueden parecer disímiles entre sí, al ser analizadas a partir de su materialidad, estos se comportan como una unidad, se complementan y enriquecen
La obra La melancolía de (no) querer mirarte de la artista Alexandra Torres García, presentada en la exposición de Tesis de Grado 2024 llega en varios soportes y temporalidades. Primero fue el texto escrito por Alexandra, previo a conocer la obra. Luego fue la materialidad de la obra; bueno, materialidades sería más adecuado: lana, dibujos en pastel de (auto)retratos, garabatos y texto escrito a mano. Mi primera apreciación es lo distinto que es leer el texto, excelente, por cierto, y estar frente a la obra realizada, instalada en un espacio tipo cubo blanco. El texto sobre el dolor, la pérdida y la forma de abordar la expresión de éstos, puede hacer pensar que algo de se hará manifiesto en la obra. Alexandra está interesada en el tema de la muerte, -más allá de haber tratado aquí una vivencia personal-, lo cual es un punto de partida fuerte, difícil y oscuro de por sí.
En sala, me acerco a los textos del diario de sueños. Los leo. Me impresiona la pulcritud de la letra, lo bien hilada que está la narración de un sueño (algo onírico, sin sentido u orden lógico). La lana tejida, burda, virgen, todavía algo pegajosa y brillante por la grasa animal, se expande por la pared, por la cama; en su desorden, ocupa un espacio relativamente contenido, como si la pared fuera otra página y se estuvieran teniendo en cuenta los márgenes. Las “redes” tejidas son el subconsciente que no se deja ver en el diario de sueños. Los garabatos sobre papel de flores se corresponden de alguna forma con la parte textil. Son minuciosos, detallados, aunque no haya nada figurativo que ver, el detalle está en la minucia del trazo. Garabato lo asocio con desorden, pero estos garabatos no son desordenados, son pulcros, como la letra. Los autorretratos y retratos en pastel, brillantes y nostálgicos, -se asoman, como el resto de obra sobre papel, – por entre las lanas, aunque también ocupan una pared, ordenada como si fuera el cuarto de Alexandra. De nuevo acudo a la memoria del texto sobre el proyecto y recuerdo haber imaginado una maraña de todo este conjunto. Durante un buen rato debatimos sobre el porqué de estas diferencias; sobre el uso de la estera como soporte de cama, en vez de la cama propia de la artista, como se lee en el texto. Fue una decisión de última hora cambiar un elemento por otro. La estera es potente, llena de significado y muy ligada a las tradiciones del país, tiene huellas de infancia, de otros territorios, etc. Aunque finalmente es una decisión que añade cargas importantes al conjunto, la estera es, desde mi punto de vista, es un punto débil de la obra, lo que necesitaba algo más de tiempo y apropiación, pero, curiosamente, es también un punto que contiene un gran potencial hacia el futuro. Es el hilo de la historia que lleva a un lugar que todavía no conocemos: abre la puerta al después de este grado, a pensar que no hay nada concluso ni finito y que un paso precede al siguiente. Hay que seguir en el día a día, buscando soluciones para lo que podría haberse hecho de otra forma.
La obra es excelente, como reflejó la conclusión final. La artista pone a dialogar distintos soportes y lenguajes para unir temporalidades. Preguntándome si todos los elementos son relevantes me respondo que sí lo son, solo que hay una distancia entre lo que está en el fondo de la cuestión (en el fondo del meollo si se quiere; el de la artista, claro está) y una contención que se desprende del orden, la pulcritud, la lógica. Es un pulso entre Apolo y Dionisio, en el que intuimos que éste último está esperando a ser invitado a sentarse a la cabecera de la mesa. Hay un pulso entre la dulzura y el dolor, entre la timidez y el exorcismo. No es fácil encontrar y reclamar la voz propia, pero estos espacios son para eso, para sacar, desordenar y apropiarse. Para que todo esto salga, toca escarbar primero. Felicidades Alexandra, no dejes de dibujar, no dejes de tejer, no dejes de escribir.
Alexandra, agradeciendo que hayas compartido tu trabajo, enlisto algunos puntos de lo conversado para que puedan acompañarte en el nuevo momento que inicias. Deseo no agotes tu empeño al escribir, dándote la oportunidad de dibujar y tejer para aclarar mundos internos y externos. Los siguientes comentarios son una reunión de posibilidades para alentarte siempre a continuar:
En relación a lo escrito:
En relación al mundo material: