Pretérito imperfecto es un viaje nostálgico, una visita con cronómetro, un juego con la línea del tiempo que he vuelto circular y moldeable. Nace del insaciable anhelo de volver al pasado, de retornar a “tiempos mejores”, de la maña de esperar que un momento firmara su fin para poder apreciarlo; un deseo que ya se tornaba perjudicial, desconectándome de un presente que percibía tedioso y doloroso. Pretérito imperfecto forma parte de un recorrido escritural sincero y desgarrador con un propósito curativo con cinco visitas a mis sentires de la nostalgia: la infancia, las amistades, el desamor, la manifestación física del recuerdo, y, finalmente, la aceptación de ya no caber en un pasado del que se crece más grande. Cuenta con cinco obras que nacen de poemas que acompañan cada visión y crean libros, instalaciones y libros-objeto, desplegando la escritura más allá de la letra. Es una excursión en escritura del que traje recordatorios a modo de obras, que se esfuerzan en congelar momentos, que tienen preguntas, confesiones y recuerdos. Pretérito imperfecto es una oda a la nostalgia, una oda a la nostalgia para decirle adiós.
El trabajo Pretérito imperfecto tiene intuiciones muy bonitas sobre el acto de escribir y el lugar de lo escrito en el arte. En algunas de las piezas presentadas hay un juego con el desplazamiento del texto, poniéndolo en lugares diferentes a los que le corresponden o de los que parte. En los versos que hacen parte de una de las piezas presentadas, el uso del lenguaje a veces es poco riguroso: crea unas metáforas que luego no sostiene, se afana por llegar a conclusiones en lugar de seguir explorando la ambigüedad que propone. Aunque se nota que el resultado final es fruto de una exploración de escritura y formatos, se siente un poco desarticulado y sin planeación.
Posibilidades de las palabras como puentes de la memoria
La propuesta de Ana Sofía Jiménez Cantor, Pretérito imperfecto, parte de intuiciones acertadas sobre la memoria y el olvido. Desde estas nociones Ana Sofía instala preguntas sobre cómo nombrar el pasado e ir a su encuentro en las palabras. Sus intentos de recordar configuran imágenes que se resisten a ser contadas en una historia lineal y aparecen como destellos que se ubican entre el sueño y la vigilia, el recuerdo borroso y la certeza del relato que hacen difuso el borde entre lo vivido y el presente.
La añoranza de otro tiempo, en este caso el tiempo pretérito, condujo a la autora a pensar en el emplazamiento de las palabras que encarnan su relación con el pasado. El pasado se propone como un tiempo y lugar donde ya no cabe la autora y le producen extrañamiento. La inquietud sobre el pasado encuentra sus expresiones en diferentes superficies, materiales y escrituras. Es destacable que la escritura en el emplazamiento en la sala de exposición se revela en los gestos de una escritura a mano sobre una servilleta, la escritura mecánica de una boleta de un concierto, la tinta densa de un fanzine o la extensión de un leporelo.
La propuesta de instalación en la que deriva esta propuesta, si bien se extiende sobre varias superficies que son consecuentes con la búsqueda de Ana Sofia, merece seguir siendo trabajada, pues el espacio se fragmentó dada la disposición de los elementos que componen la pieza y que pueden continuar buscando relaciones que articulen el mobiliario de papel, las telas sublimadas y los impresos.