Este módulo, este ladrillo de arcilla, tiene como propósito, dentro de su función, traducir el movimiento del aire en una experiencia audible. Se concibió para intervenir estructuras y transformar salas, salones, edificios y espacios cerrados en cabinas de resonancia. Los ladrillos son piezas idénticas que se superponen, se incrustan en espacios vacíos o se apilan para formar nuevas estructuras. Cada ladrillo produce un tono, y la unidad resulta de una agrupación mayor a nueve piezas, ya que existen nueve tonos base. Sin embargo, al ser hechos y afinados a mano, pueden variar, lo que permite efectos sonoros como el batimento (fenómeno acústico que surge al superponerse dos sonidos de frecuencias ligeramente distintas).
La reconfiguración del espacio permite al espectador, en teoría, habitar el instrumento desde adentro, esperando a que suene sin poder activarlo, ya que el sonido no se origina desde lo humano. Es un sistema de escucha atenta, un inventario de efectos del aire en movimiento sobre la estructura, donde solo podemos ser espectadores del acontecimiento.