Utilizo la cáscara de mandarina en representación de la piel que en algún momento yo rasgué y corté en mi propio cuerpo y luego cuidé y sané hasta que no quedaron cicatrices. Presento dos pieles de mandarina: una interna y otra externa. La externa alude a las múltiples formas de autolesión a la que recurren muchas personas en momentos de dolor, y la interna, que está cosida con más cuidado, alude a la reparación en el tiempo para sanar las heridas del pasado. Llenas de texturas, poros, colores y cicatrices, las exhibo para recordar que la autolesión no es inherentemente mala, es sólo otra forma de afrontar el dolor cuando no se tienen otras herramientas. Deshago la vergüenza que se envuelve en la piel en cada atravesada de aguja, cada extensión de hilo, y cada poro vivo que se ve en la mandarina. La piel viva de la mandarina carga las heridas que yo cargo y cargué en mi piel. Que cargan conmigo miles de jóvenes que han hecho lo mismo.