Utilizo la cáscara de mandarina en representación de la piel que en algún momento yo rasgué y corté en mi propio cuerpo y luego cuidé y sané hasta que no quedaron cicatrices. Presento dos pieles de mandarina: una interna y otra externa. La externa alude a las múltiples formas de autolesión a la que recurren muchas personas en momentos de dolor, y la interna, que está cosida con más cuidado, alude a la reparación en el tiempo para sanar las heridas del pasado. Llenas de texturas, poros, colores y cicatrices, las exhibo para recordar que la autolesión no es inherentemente mala, es sólo otra forma de afrontar el dolor cuando no se tienen otras herramientas. Deshago la vergüenza que se envuelve en la piel en cada atravesada de aguja, cada extensión de hilo, y cada poro vivo que se ve en la mandarina. La piel viva de la mandarina carga las heridas que yo cargo y cargué en mi piel. Que cargan conmigo miles de jóvenes que han hecho lo mismo.
Este es un proyecto que nos invita a considerar bordes, límites y porosidades…. A comprender la piel como caparazón, cáscara y escudo. Escribir sobre la piel, pero desde otra piel, medir con ella el paso del tiempo, escribiendo en simultáneo sobre esa analogía y tactilidad cercana y porosa. Quizás inventando un idioma y de paso herramientas para esa nueva escritura. Y excavando en el proceso, pues se entiende que la superficie es en realidad un nuevo cuerpo profundo y lleno de capas.
“Escribir sobre la piel para verse y reconocerse y que otros se reconozcan”. Clavarlas en algún lado donde se petrifiquen y queden inamovibles, congelando su deterioro y disolución.
¿La humanidad cómo ha usado las pieles y la propia piel?
Música, tejido (abrigo) y escritura. En este proyecto es prometedor el aspecto de no solo abordar la piel como soporte de grafismos o traductora de ritmos y golpes. Tampoco es solamente sobre el acto de volver a coser lo descosido. Se reversa la operación semántica y se entabla con el material un diálogo comprometido con su sustrato casi a nivel molecular. Abriendo nuevos sentidos y otros modos de asumir lo textual, sus soportes. Esta meticulosidad y compromiso de análisis* (a nivel material y psicológico) se sienten muy consecuentes y llevados a este primer resultado de manera muy seria y valiente. Dejando camino abierto para nuevos posibles encuentros, preguntas y transformaciones.
*El término “análisis” tiene su origen en el griego análysis, compuesto por las voces ana (“sobre” o “de arriba a abajo”) y lisys (“disolución”, “ruptura”). De allí se desprende que el análisis es la revisión de los componentes o partes de un todo.
Bogotá, junio de 2025
Retroalimentación del trabajo de grado
Desde ese día que comencé a afilarme
de Juliana Isabella Pardo
Por jurado: María Leguízamo
Desde ese día que empecé a afiliarme es el resultado de un proceso de excavación personal valiente, que emplea la vulnerabilidad como una fuerza de sanación y transformación. A través de gestos escultóricos, la obra entreteje con sensibilidad la experimentación material con la piel de la mandarina y con la escritura entendida como herramienta plástica, poética y política. Todo esto se sostiene sobre una investigación transdisciplinar que se nutre de la psicología, la biología y la poesía.
Estos elementos se reúnen para conformar un espacio de encuentro potente, que permite acercarse al fenómeno de la autolesión sin recurrir a señalizaciones ni filtros moralistas. Por el contrario, propone una experiencia matizada y afectiva que se ofrece como refugio y lugar de diálogo sostenido por acciones materiales: comer, compartir, coleccionar, preparar, curtir, separar y, finalmente, remendar la cáscara de la mandarina. Son gestos que movilizan el propio proceso de sanación de Juliana y que, al mismo tiempo, le permiten compartirlo con nosotrxs.
El texto que acompaña la obra es una parte esencial de la propuesta y enriquece enormemente la experiencia. A través de él se articulan distintas perspectivas sobre la autolesión: desde la experiencia personal hasta investigaciones rigurosas sobre el fenómeno en la colectividad. Además, el texto incorpora reflexiones bellísimas sobre la vida de las plantas, desembocando al final, en el encuentro entre Juliana y las mandarinas.
En definitiva, acercarse a esta obra es una experiencia rica en matices, información valiosa y belleza. Se trata de un proceso poético y político que merece seguir desarrollándose y explorándose en el plano plástico, conceptual y relacional.