Cuanto más miro y leo mis dibujos, veo más cualidades en los objetos de mi casa, que dejan de ser simples utensilios. A medida que empecé a prestarles más atención — a fotografiarlos, a dibujarlos y a ser más consciente de ellos — me di cuenta de su gran capacidad para comunicar. Creía que estaba hablando de ellos a través de mis grabados y mis dibujos, pero, en realidad, son ellos los que están hablando de mí.
Los objetos de mi casa son testigos de mis gustos, mis dinámicas, mis hábitos, mis deberes y mis relaciones. En ellos reconozco fragmentos de mi historia, mis experiencias, mis aprendizajes y del estilo de vida que he ido construyendo. Creo que aprender a mirar de otra manera y a darle valor a los objetos que parecían banales e irrelevantes en mi día a día, ha desarrollado en mí una sensibilidad que no conocía.