A través de persuadirlo al cambio, encuentro en el desecho plástico un objeto con potencial de transformación. Lo observo como material en su composición, textura, color y maleabilidad. Lo trato como masa que está en un devenir constante, igual que toda la materia; su forma no es permanente, pertenece a un ciclo de mutación, se puede utilizar una y otra vez. Comienzo un diálogo con su transformación, accionado por el calor y la presión. Aprendo; me escucha, pero también me sugiere por dónde ir. En su plasticidad escultórica encuentro analogías con los relieves, rocas, minerales y paisajes.
Me interesa hacer un ejercicio de traducción: De los procesos físicos que dan forma al planeta tierra a los procesos escultóricos y manuales del artista que da forma a un material. Una analogía entre lo orgánico y sintético. Entender las fuerzas geológicas que comienzan a mover, erosionar, corroer, despedazar, derretir y aglomerar la materia, incluida la basura de plástico que dejamos sin lugar, fusionándola con el suelo, el mar, los cuerpos y las superficies hasta replantear la manera de entender la geología. Las capas minerales ahora contienen información de este material creado por el ser humano. Nuevos paisajes híbridos.